Obra artística de Pedro Molero. Hasta el 26 de junio en el Palacio de Colomina.
Lugar: Palacio de Colomina
Fecha inicio: jueves, 1 de junio de 2017 a las 19:30 h.
Fecha fin: lunes, 26 de junio de 2017 a las 20:00 h.
Universidad CEU Cardenal Herrera
Pedro Molero es un consumado artista de la plasticidad, de la expresividad gráfica, de la fotografía. Si hubiera nacido en el Renacimiento cultural italiano, sería el hombre polifacético de las ciencias y de las artes de aquel tiempo. Domina ambos campos con facilidad, pero, sobre todo, con vocación.
El trabajo que hoy presenta sobre el Corpus de la Ciudad de Valencia, es una nueva visión, interpretación u observación enriquecedora, surgida de su sensibilidad artística y gran dominio de la tecnología, en un método que él define como fotografía “intervenida”, aunque a mí me agrada denominarla fotografía “acuarelada”, pues consigue con el tratamiento a que somete cada estampa digitalizada auténticas acuarelas.
Pedro Molero es un consumado artista de la plasticidad, de la expresividad gráfica, de la fotografía. Si hubiera nacido en Italia durante el Renacimiento, sería el perfecto renacentista, el hombre polifacético, amante de las ciencias, las letras y las artes, dominador de todas las disciplinas.
La vocación de Pedro Molero es humanística, renacentista, ciencia de la salud, su principal, y el arte en el tiempo que le deja libre su oficio. Pedro tiene una especial sensibilidad para la belleza, la interna y la externa, y sabe captarla y traducirla. Tiene el duende, el don, la virtud especialísima de saber dónde está lo importante, el detalle especial, el color preciso, la luz fundamental, el gesto y el espíritu para aprehenderlo. Sabe encontrar la clave de la realidad que observa y capta, lo más difícil. Está siempre en el momento, el detalle y el punto preciso.
Para el artista que opera al aire libre, lo importante es la luz. Todos los artistas están enamorados de la luz de las tierras valencianas. La buscan para plasmarla en sus obras. Sorolla gustaba de irse al mar y allí impregnarse de la intensa y luminosa luz que da tanta vida a sus lienzos. A Pedro Molero le pasa como a Sorolla, sabe impresionar con maestría la luz en su obra. La luz está omnipresente en todas sus fotografías. Es una luz que además de iluminar, vivifica. La despliega adecuada y dosificadamente por su obra.
Es una luz que surge desde dentro, no impostada, sino vibrante. La luz es lo que más llama la atención cuando uno contempla sus fotografías acuareladas. Es una luz que impresiona, hace pensar, subraya, fija la atención, serena, y ayuda a interpretar la “multicoloridad” de sus armoniosas escenas gráficas.
La fotografía requiere principalmente saber encuadrar, captar el momento oportuno, aprehender el instante más definidor de lo que acontece, del protagonista y su entorno. Todo esto Molero lo consigue con una destreza insuperable, la cual traduce a posteriori, en un sutil, delicado y respetuoso proceso de traducción e interpretación de la realidad captada, a la que desnuda de aquello que no le dignifica o ensucia.
Todo por él es delicadamente tratado, hasta el gramaje y calidad del papel, los tonos y niveles, los colores, la tonalidad, el juego digitilizador, acorde con lo que él es, un santo varón con más paciencia y fe que Job, con una elegancia interna y externa insuperables, que es su peculiar secreto.
Dignifica las fotografías retirando de ellas lo que las manos despiadadas dejan caer en calles, plazas, fachadas y paredes. Si fuera urbanista, de seguro que se dedicaría a eliminar todos los cableados eléctricos, telefónicos, conducciones y aparatajes que atiborran los entornos y denigran nuestros pueblos y ciudades.
La obra de Pedro Molero es, en definitiva, una aportación original, distinta, única y singular, peculiar y diferente al importante bagaje cultural, pictórico y bibliográfico, que ha testimoniado a lo largo de la historia “La Fiesta del Corpus de la Ciudad de Valencia”, Las Rocas, sus danzas, sus personajes, sus músicas, sus procesiones y devociones.
Un trabajo que, además de lo artístico, evidencia espíritu y oficio periodístico. Molero, de no dedicarse a la profesión de la salud, sería el fotógrafo adecuado para realizar grandes reportajes de ciencia, naturaleza, paisajes, históricos o temáticos. Ha hecho incursiones en estos campos con bellísimas obras sobre la ruta del Santo Cáliz, el Camino de Santiago, monumentos históricos de pueblos y ciudades, …. Una obra en la que a la excelencia de la técnica, ha añadido el valioso y difícil plus de la estética, la belleza, la poesía, la humanidad y la emotividad de sus paisajes y personajes.
Fuerte de ánimo e ilusión -su gran fuerza motriz, aliñada con tesón, constancia y empeño- , no ceja, día tras día de insuflar refrescantes brisas marineras a la cultura gráfica con sus proyectos, ideas y diseños donde engarza y enhebra lo que su corazón apasionado le dicta sobre nuestras historias, fiestas y tradiciones, las que hace más gratas e inteligibles con su sensibilidad y dominio de la técnica.
Baltasar Bueno
Periodista y Escritor Pregonero del Corpus de la Ciudad de Valencia - 2012
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