Todo lo que hacemos tiene como objetivo ofrecer una experiencia formativa diferente. Aprender más y mejor dentro y fuera del aula. Somos una Universidad que cada día trabaja para ser mejor a nivel académico y científico. Queremos hacer las cosas bien y una vez lo logramos, hacerlas todavía mejor. Y todo para conseguir solo dos cosas: que nuestros estudiantes sepan pensar y que nuestros estudiantes sepan hacer.
Profesores que saben que su trabajo no consiste en enseñar, sino en conseguir que cada estudiante aprenda, madure y avance en su formación. Y si para ello hay que cambiar la forma de dar clase, la cambiamos; y si para ello hay que salir del aula, salimos a aprender fuera. Porque dar las clases como se daban ayer no debe ser bueno para preparar a los profesionales de mañana.
Si no sabes inglés mejor que te empieces a preocuparte. Los profesionales del futuro necesitan hablar idiomas. Por eso todos nuestros estudiantes reciben clases complementarias (y gratuitas) de inglés y, si quieren, también de francés, alemán o incluso chino. Además, te ayudaremos para que realices una estancia en alguna universidad europea, o te ofreceremos hacer prácticas internacionales para mejorar tu empleabilidad internacional. Por cierto, recuerda que para acabar tu carrera en el CEU tendrás que acreditar un determinado nivel de inglés.
No hay mejor lección que la que se aprende haciendo. Por eso, además de la formación teórica, toda nuestra oferta de estudios cuenta con prácticas obligatorias y voluntarias para “learning by doing”. Platós de televisión, hospital veterinario, aulas de informática, estudios de grabación, clínica odontológica, aula de práctica farmacéutica, salas de simulación...Sea cual sea tu vocación, la pondrás en práctica desde el primer día sin salir de la universidad. Además, contamos con acuerdos con un gran número de empresas en las que podrás hacer prácticas para preparar tu incorporación al mundo profesional.
Cuando juntas a gente de más de 100 países en un mismo campus todo cobra un nuevo sentido. Conversaciones de pasillo que se convierten en relatos apasionantes de rincones lejanos, intercambio de culturas y formas diferentes de ver el mundo, relaciones y networking internacional del que sacar partido el día de mañana, horizontes que se amplían...y tú que, de pronto, te conviertes en alguien diferente y cosmopolita. El CEU es la Universidad en la que vas a compartir campus con jóvenes de más de 100 países.
Ready, steady, go!![]() El curso del Grado de Diseño y el de Architecture arranca con clases en ¡la playa!. Aprender física aplicada al diseño en la playa puede ser divertido y muy instructivo. Los estudiantes se han enfrentado a retos de creatividad y de trabajo en equipo. Algas, piedras, rocas, conchas, arena…, estos elementos han sido las herramientas con las que han contado los estudiantes para superar sus primeros retos creativos que eran la base para aprender aspectos de la física aplicables al diseño de productos y de espacios. Algunos se preguntan: ¿dónde será la próxima clase? |
Desde las prácticas a un contrato fijo![]() Más de treinta enfermeros del CEU han obtenido, a través de las prácticas de su último año de carrera, contrato de trabajo en King’s College Hospital de Londres. “Una experiencia que te permite trabajar, cuidar a los pacientes, formar parte de equipos sanitarios internacionales y mejorar el inglés”, de este modo han valorado José Luis Maldonado y Ana Navarro su experiencia de trabajo en el King’s College Hospital de Londres. José Luis Maldonado ha desarrollado su labor en el área de post-cirugía, cuidando a los pacientes recién operados: “Cada enfermero tiene entre 4 o 6 pacientes a su cuidado, esto te permite convivir con ellos, conocer sus necesidades... Por su parte, Ana Navarro nos cuenta que este proyecto de integración profesional de CEU “nos ha permitido contar con un contrato fijo, y tener la posibilidad de ir ascendiendo, cambiar de departamento… Mi objetivo es quedarme a trabajar en Reino Unido unos años y aprovechar esta oportunidad para ampliar mi formación con la especialidad de enfermería en la UCI”. |
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Los docentes que vieron nacer el Espacio Europeo de Educación Superior pensaban que no asistirían a otra revolución universitaria similar. El nuevo modelo que se está construyendo en estos momentos supone una transformación todavía más radical
La declaración de Bolonia de 1999, firmada por 29 ministros europeos de educación, marcó el inicio del proceso de convergencia hacia el Espacio Europeo de Educación Superior que se hizo realidad a partir del año 2010.
El sistema universitario español se vio forzado a revisar todo su funcionamiento, desde los objetivos docentes – sustituidos desde entonces por la adquisición de determinadas competencias – a la propia estructura de los títulos – que dejaron de ser Licenciaturas para convertirse en Grados -.
Una auténtica revolución planificada, aunque con demoras permitidas y ajustes permanentes. Los docentes y los estudiantes consiguieron adaptarse al nuevo escenario desempeñando un papel poco “relevante” ya que la normativa procedía de instancias superiores contra las que no cabía recurso alguno.
La verdadera revolución estaba por llegar. Está ocurriendo ahora. Y no es el fruto de una decisión procedente de una esfera lejana. Es el resultado de todo un cambio social, que las circunstancias de la pandemia han acelerado.
Y los protagonistas de este cambio profundo son los estudiantes. Los jóvenes que llegan a las aulas de cualquier universidad son nativos digitales. Han nacido en un territorio donde todo el conocimiento está a su alcance, la agilidad de su percepción está educada en la velocidad y su atención viaja fácilmente a cualquier destino.
Al otro lado, las empresas y las organizaciones que los acogerán profesionalmente, también están migrando sus estructuras hacia lugares tan inéditos como la flexibilidad, la interculturalidad, o el compromiso medioambiental.
Entre ambos, se sitúa el sistema universitario que ha emprendido una carrera todavía más veloz, para adaptarse al nuevo escenario de los jóvenes que acceden a ella y, a la vez, a los nuevos perfiles que el mercado laboral demanda.
En estos momentos las universidades buscan respuestas a las tres dimensiones de un reto muy complejo. En primer lugar, hay que encontrar nuevos métodos de aprendizaje para los estudiantes. Esas nuevas metodologías docentes han de activar los conocimientos previos del estudiante, desarrollar su pensamiento crítico, estimular su creatividad, promover su autoevaluación, educar las potencialidades de su liderazgo… Es una tarea compleja, sin duda, a la que socorren la experimentación, el trabajo colaborativo o la gamificación. Los nuevos recursos que el docente debe elegir para conseguir una experiencia de aprendizaje singular.
El segundo de los retos es tecnológico. Como afirma la UNESCO “las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) pueden complementar, enriquecer y transformar la educación”. Las posibilidades que ofrece la tecnología están explorándose en estos momentos, pero acercan al estudiante al territorio digital del que es nativo, facilitando su proceso de aprendizaje.
Finalmente, las circunstancias de la pandemia están obligando a las universidades a ofrecer soluciones formativas flexibles para atender a los retos logísticos que se han planteado.
En este escenario tan incierto, pero lleno de posibilidades reales de transformar la educación superior, conforta volver al origen.
La auténtica y verdadera “clave de bóveda” sigue siendo el profesor. Solo el talento de un “maestro” es capaz de convertir una clase en un espacio para el crecimiento.
Ese docente es el que elige la mejor forma de conseguir que cada una de las personas de su clase alcance el nivel de competencias que el futuro le va a exigir. Un profesor que olvida lo que sabe, para guiar al estudiante por el camino del descubrimiento personal. Un acompañante en el crecimiento individual que recoge al adolescente y lo lleva hasta la madurez del que piensa por sí mismo. Un “maestro”, en suma.
Un proyecto es un trabajo o esfuerzo que se lleva a cabo en un tiempo determinado, para lograr un objetivo específico, mediante la realización de una serie de tareas y el uso efectivo de recursos. El aprendizaje por parte del alumno se construye en la acción
Cada miembro del grupo de trabajo es responsable no solo de su aprendizaje, sino de ayudar a sus compañeros a aprender, creando con ello una atmósfera de logro.
La combinación de instrucción de clase con servicio comunitario, enfocada en el pensamiento crítico y reflexivo, así como en la responsabilidad personal y cívica, donde se involucra a los estudiantes en actividades que atienden necesidades identificadas local y comunitariamente, a la vez que desarrollan sus habilidades académicas y su compromiso con la comunidad”.
Es un enfoque pedagógico que involucra activamente al estudiante en una situación problemática real, relevante y de vinculación con el entorno; la cual implica la definición de un reto y la implementación de una solución.
Apela a la predisposición psicológica de los estudiantes a involucrarse en una dinámica de juego para motivarlos a la acción y promover el aprendizaje y la resolución de problemas
Ayuda a abrir perspectivas a otros enfoques, aprender a ser más flexibles, reflexivos y originales en los esquemas de razonamiento, además permite tomar mejores decisiones y mejora las relaciones interpersonales, así como la productividad.
La metodología de World Café (café del mundo) es un proceso de conversación entre personas sobre preguntas de alto impacto, con el fin de generar ideas, acuerdos y cursos de acción creativos e innovadores, en un ambiente acogedor y amigable, semejante al de una cafetería.
Dinámica que dispone a los participantes en dos círculos. En la central queda una silla vacía que el participante debe ocupar si quiere expresar su opinión. Cuando un participante se incorpora al círculo central, otro debe abandonar su lugar y sentarse en el circulo exterior. Se trata de una forma de ordenar el debate en grupos numerosos y es una metodología innovadora que permite profundizar desde diferentes perspectivas para proponer soluciones al problema dado.
El participante debe abordar la problemática desde la perspectiva del personaje que representa, asumiendo las actitudes, postura, formas de pensar y comportamientos asociados con el rol que interpreta.
Se plantea una historia, con un enfoque específico y un hilo argumental que permita transmitir contenido preciso para cumplir con el propósito: enlazar y conmover al participante para que la narración quede en su memoria a largo plazo.
Dicen que todavía no se sabe cómo se llamarán algunos trabajos del futuro. En un mundo globalizado y digitalizado todos los trabajos cambian, algunos incluso pueden desaparecer... pero una parte de los puestos de trabajo que se crearán serán totalmente nuevos. Tan nuevos, que aún no tienen nombre.
Cada vez más las ofertas laborales suman a los estudios requeridos una lista creciente de otras aptitudes. Es lo que en el ámbito universitario denominamos competencias transversales. Porque en la Universidad hay cosas que se aprenden para ser un profesional, pero también hay otras que se adquieren... para ser un buen profesional, una persona preparada para los retos de mañana. Sea como sea ese mañana.
Proactividad, capacidad de adaptación al cambio, de innovación, liderazgo, trabajo en equipo, habilidades digitales, comunicativas y relacionales... son las competencias o aptitudes más demandadas ya por las empresas. Pero todo eso ¿se estudia? No, más bien se trabaja.
Una Universidad que de verdad está orientada al futuro profesional debe proporcionar a sus estudiantes tres tipos de competencias:
Todas las universidades ofrecen, de un modo u otro, las competencias específicas. Pero en Europa son pocas las que trabajan las Competencias Tecnológicas Adaptativas y las Competencias Transversales, que sin embargo son dos dimensiones claves para encajar en los trabajos del futuro, esos que todavía no tienen ni nombre.
Son dos los tipos de estas competencias que resultan clave para el nuevo futuro profesional. Por una parte, las herramientas tecnológicas que dan soporte a la disciplina en cuestión, desde sistemas informáticos, a tecnologías de desarrollo de proyectos, pasando por instrumentos avanzados de evaluación e información. En cada titulación o área de conocimiento este tipo de tecnologías serán unas y dependerán de un tipo de instalaciones y máquinas. Conocerlas, entenderlas y saber usarlas antes de finalizar los estudios universitarios es importante. Por eso buena parte de ellas deben estar disponibles en el propio campus de la Universidad, como por ejemplo estas instalaciones.
Por otra parte, sabemos que simplemente conocer la tecnología disponible hoy no es suficiente para entender las de mañana. Por eso el aprendizaje de dicha tecnología debe estar sustentado en la comprensión de su sentido y potencial futuro, por tanto no solo saber qué hace, sino cómo lo hace y en base a qué. Así es como sabemos utilizar la tecnología y estar preparados para cuando evolucione.
Según expertos en evolución del mercado de trabajo el futuro profesional deberá ser un líder, innovador y empático. Por eso una Universidad que mire al futuro debe ofrecer a sus estudiantes oportunidades de formación en las competencias asociadas al liderazgo, a la innovación y a la empatía.
Estas nuevas competencias deben aprenderse en la Universidad. Deben aprenderse si se quiere estar preparado para las profesiones del futuro. Por eso el sistema de trabajo en la Universidad debe evolucionar hacia esta nueva realidad. No se puede aprender como siempre cuando nada volverá a ser como siempre.
La empleabilidad del futuro no se improvisa, se prepara desde el primer año en la Universidad. Por eso es bueno contar con un Servicio de Prácticas, con un Sistema de formación en competencias transversales y con un servicio de Carreras Profesionales. Porque hoy ya debemos estar pensando en mañana. Pensando incluso en esas profesiones que aún no tienen nombre. ¿Preparado para trabajar en tu trabajo del futuro?
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Dos culturas universitarias diferentes... o no tanto
No es lo mismo, un aula con un 2,5% de estudiantes internacionales – porcentaje medio de estudiantes internacionales en las universidades españolas -, que convivir con una media del 16,5% de estudiantes internacionales en el campus, que es la media de las universidades norteamericanas.
El factor “media de estudiantes internacionales en el campus” se utiliza como un criterio de desarrollo internacional de la universidad, y es un indicador del tipo de ambiente y estilo de trabajo que se vive en las aulas en cada una de ellas. En el año 2010 la Universidad CEU Cardenal Herrera inició una estrategia de internacionalización. Muchos dijeron que era imposible que una universidad valenciana pudiera internacionalizarse a modo y semejanza de las de los Estados Unidos, pero el dato es que hoy el 25% de los estudiantes de esta Universidad son internacionales. Es así como la Universidad CEU Cardenal Herrera se ha situado como una de las universidades más internacionales de Europa y una en las que la experiencia de vida en el campus es más similar a las de las universidades norteamericanas.
El grado de atracción de estudiantes internacionales de una Universidad cambia la vida en su campus y de este modo influye en el día a día de cada estudiante. Quizá el cambio más enriquecedor sea la multiculturalidad que se configura en el campus, donde un mismo tema puede tener tantas lecturas como países representados. En los pasillos de las Facultades se oye hablar a jóvenes en diferentes idiomas y se ponen en marcha iniciativas impulsadas por jóvenes de un determinado continente, que son totalmente novedosas para los de los otro cuatro. Y así la vida académica, cultural y de ocio evoluciona radicalmente, pasa a ser otra forma de trabajo y de vida en el campus, una forma impulsada por los propios estudiantes, sus intereses y sus visiones del mundo.
En este tipo de campus para un estudiante las oportunidades de crecimiento se multiplican, al practicar idiomas con sus compañeros de clase, al acceder a prácticas en otros países, al integrarse en equipos de trabajo multinacionales, al participar en misiones solidarias internacionales. Ese 25% de estudiantes internacionales tiene una presencia muy visible en todo el campus, en las actividades que se proponen, en los espacios de convivencia y en las propias actividades de ocio fuera de la Universidad.
En este tipo de campus para un estudiante las oportunidades de crecimiento se multiplican, al practicar idiomas con sus compañeros de clase, al acceder a prácticas en otros países...
La Oficina de Programas de Información Internacional del Departamento de Estado de los Estados Unidos afirma en su página web que: “Vivir en una residencia estudiantil, competir en un deporte o un concurso académico, hacer vida social por medio de clubes organizados y prestar servicio de voluntariado en la comunidad son, con frecuencia, partes de la experiencia universitaria en Estados Unidos”.
El profesor de la Central Washington University César García nos cuenta que:” la experiencia universitaria supone que el estudiante esté constantemente tomando decisiones que definen su futuro: elegir la institución, la residencia, las clases, las actividades extracurriculares (clubes, asociaciones, deportes), los docentes…”. Así pues en el modelo universitario norteamericano es relevante el factor de vida social en la universidad y todo aquello que genera madurez y autonomía en el estudiante.
En el general del modelo universitario español no se da todavía relevancia, como parte de la experiencia universitaria a este tipo de ámbitos. Es por ello que cabe afirmar que buena parte de los jóvenes universitarios españoles no viven su universidad más allá de lo académico y tienen, además, menos ámbito de decisión para crecer en autonomía. En este contexto las universidades europeas que desarrollan estrategias de internacionalización van incorporando un catálogo extenso de oportunidades que permitan a cada estudiante crecer como persona y como profesional.
En el CEU el Programa que desarrolla la experiencia universitaria integral e internacional se llama “Campus Life”. Un programa que repasa todas las dimensiones de la vida universitaria, desde la estrictamente académica al voluntariado social pasando por las actividades que potencian los ámbitos de colaboración y trabajo con los estudiantes de más de 100 países que conviven en este campus.
Al final, la Universidad debe facilitar aprendizajes de vida y habilidades sociales que diferencien a un profesional de otro.
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De las 84 universidades españolas, sólo el 38% son de titularidad privada. En Estados Unidos el porcentaje es el inverso, sólo el 40% de las universidades son públicas. En el 60% de las universidades privadas norteamericanas se sitúan las universidades de mayor prestigio: Harvard, Yale Princetown, Columbia...
Así en el modelo norteamericano el prestigio está asociado a las universidades privadas, sus titulados tienen en general mayor reconocimiento entre las empresas y carreras profesionales más destacadas. La titularidad privada, en todos los países, significa que la universidad no recibe ningún tipo de financiación estatal, aunque debe cumplir escrupulosamente las exigencias de la legislación educativa porque sus títulos son oficiales y tienen el mismo carácter y validez.
Las universidades públicas son de titularidad del estado, tanto en Estados Unidos como en España, y se sostienen económicamente principalmente con los impuestos de los ciudadanos. En España de media el 80% de la financiación de una universidad pública depende del presupuesto de la Administración Pública que se nutren vía impuestos, mientras que el restante 20% de los ingresos vienen de las matrículas pagadas por los estudiantes. En Estados Unidos las universidades públicas tienen una financiación pública vía impuestos que de media no supera el 35%, frente al referido 80% de las españolas.
Las universidades de titularidad privada se sostienen con la matrícula pagada por sus estudiantes, no cuentan con financiación pública.
Las universidades de titularidad privada se sostienen con la matrícula pagada por sus estudiantes, no cuentan con financiación pública a estos efectos. Respecto de la titularidad hay dos tipos de universidades privadas, las que son propiedad de una empresa y las que pertenecen a una fundación.
Las que son parte de una empresa privada tienen un legítimo interés de lucro y reparten sus beneficios entre sus accionistas y propietarios. Por otra parte, las que son parte de una fundación no se rigen por el lucro, y ello dado que el beneficio económico que se pueda generar debe invertirse, por obligación legal, en la propia actividad: mejorando las instalaciones, mejorando las líneas de becas o mejorando el desarrollo académico. La Universidad CEU Cardenal Herrera forma parte de la Fundación San Pablo, por ello tiene un carácter sin interés de lucro y destina sus beneficios a la mejora de su actividad y de las condiciones de sus estudiantes. Se asemeja así al modelo de sostenibilidad y financiación de buena parte de las principales universidades norteamericanas.